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- LA NOCHE TRISTE DE HERNÁN CORTÉS -30 DE JUNIO-
Posted by : Chiapas Premium
domingo, 29 de junio de 2014
Muerto Moctezuma, los conquistadores españoles y sus aliados
tlaxcaltecas intentaron huir de Tenochtitlán, con el oro a cuestas.
La noche del 30 de junio al 1 de julio de 1520, los
conquistadores españoles al mando de Hernán Cortés huyeron de la ciudad de Tenochtitlán,
capital del imperio azteca. Muchos de ellos sólo lo intentaron, porque se
quedaron encerrados en la isla-matadero o porque los guerreros indígenas
alcanzaron a tiempo su sangre para ofrendarla a sus dioses. Bernal Díaz del
Castillo, autor (ahora discutido) de la Historia verdadera de la conquista de
la Nueva España, soldado presente en aquel episodio, calcula que fueron como
600 sus compañeros muertos.

La matanza del Templo Mayor
Los españoles habían entrado en la capital del imperio el 8
de noviembre de 1519, es decir, que se disponían a pasar su primer verano en
Tenochtitlán. Pero la situación se complicó. En ausencia de Hernán Cortés, que
fue a combatir la expedición de su compatriota y sin embargo perseguidor
Pánfilo de Narváez, el capitán Pedro de Alvarado quedó con mando en plaza en la
capital azteca. Este adelantado decidió lanzar un ataque preventivo a los
ocupados para evitar sublevaciones. En este caso, a la vista de los resultados,
no valió más prevenir que curar. El ataque de Alvarado se conoce como la
matanza del Templo Mayor.

La muerte de Moctezuma

El relato de Díaz del Castillo, capítulo 126, refleja de
manera harto elocuente la tensión y el dramatismo de aquellos instantes: «Y
viendo todo esto, acordó Cortés que el gran Montezuma les hablase desde una
azotea y les dijese que cesasen las guerras, y que nos queríamos ir de su
ciudad. Y cuando al gran Montezuma se lo fueron a decir de parte de Cortés,
dicen que dijo con gran dolor: “¿Qué quiere ya de mí Malinche? Que yo no deseo
vivir ni oírle, pues en tal estado por su causa mi ventura me ha traído”. Y no
quiso venir, y aun dicen que dijo que ya no le quería ver ni oír a él ni a sus
falsas palabras ni promesas y mentiras. Y fue el padre de la Merced y Cristóbal
de Olí y le hablaron con mucho acato y palabras muy amorosas. Y dijo el
Moctezuma: “Yo tengo creído que no aprovecharé cosa ninguna para que cese la
guerra, porque ya tienen alzado otro señor y se han propuesto no dejaros salir
de aquí con vida, y, así, creo que todos vosotros habéis de morir”.
«Y Cortés lloró por él, y todos nuestros capitanes y
soldados...»
El caso es que Moctezuma se asomó al balcón y pidió calma a
los mexicas. Muchos principales y capitanes le obedecieron y ordenaron a sus
subordinados que se callaran y que dejaran de tirar varas, piedras y flechas.
Al mismo tiempo le informaban de que ya habían elegido a un pariente suyo,
Cuitlahuac, por gobernante, y expresaban sus mejores deseos para el líder
secuestrado y sus peores para los españoles. Sin embargo, la lluvia de varas y
piedras no cesó, hasta el punto que tres pedradas alcanzaron a Moctezuma –una
en la cabeza, otra en un brazo y otra en una pierna-, causándole heridas por
las que murió tres días después. Al menos, esto es lo que cuenta Bernal Díaz
del Castillo; existen otras versiones sobre la muerte de Moctezuma, algunas de
las cuales afirman que murió a manos de los españoles. Si creemos a Bernal: «Y
Cortés lloró por él, y todos nuestros capitanes y soldados, y algunos (…) tanto
como si fuera nuestro padre (…) tan bueno era».
La Noche Triste: Hernán Cortés y sus hombres sucumben a la
venganza azteca.
Hernán Cortés
